Cómo hablar para que los niños escuchen y escuchar para que los niños hablen de Adele Faber y Elaine Mazlish ayudará a su familia a comunicarse con más eficacia. Asegurarse de que sus hijos se sientan escuchados les animará a cooperar, provocará menos discusiones y hará que sus interacciones sean menos estresantes y más agradables, según las autoras. Una vez establecido este círculo virtuoso, dará sus frutos durante años.
La clave del éxito es enseñar a los niños un estilo de comunicación que les ayude a ser empáticos y responsables durante toda su vida. Este estilo se centra en soluciones constructivas en lugar de culpar, tiene en cuenta las necesidades y sentimientos de todos y expresa las emociones negativas sin dañar las relaciones. El método descrito en este libro ayuda a los padres a transmitir un mensaje clave a sus hijos: "Eres una persona competente y confío en que harás lo correcto".
Faber y Mazlish publicaron su primer libro, Liberated Parents/Liberated Children, en 1974. Faber tiene un máster en educación por la NYU y enseñó en institutos de Nueva York durante ocho años,...
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Faber y Mazlish adoptan un enfoque alentador y relajado que muchos padres encuentran tranquilizador. Reconocen que la paternidad es frustrante y aconsejan a los padres que sean pacientes consigo mismos y con sus hijos. Faber y Mazlish dicen que no hay que preocuparse si no se dice siempre lo perfecto: habrá muchas otras ocasiones de utilizar las técnicas que se aprenden en este libro. El primer paso es darse cuenta de cuándo le dice cosas a su hijo que no le hacen sentir bien. Entonces podrá trabajar para comunicarse de forma más positiva.
(Shortform nota: Este enfoque relajado puede parecer poco excepcional ahora, pero en la década de 1970, los padres a menudo disciplinaban con más dureza, y los azotes eran más comunes, incluso en las escuelas. A los lectores de hoy les sorprenderá que Faber y Mazlish dediquen tanto tiempo a explicar por qué los azotes no son un castigo eficaz. Los autores también parecen haberse adelantado a su tiempo al oponerse a los "tiempos muertos" para los niños;...
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Faber y Mazlish explican que elogiar es una forma estupenda de empezar a comunicarse eficazmente con los hijos. Hacen hincapié en los elogios por varias razones. En primer lugar, elogiar a su hijo es algo proactivo que los padres pueden hacer en cualquier momento. Garantiza que no sólo se comunican los problemas que hay que resolver, sino también aquello de lo que se sienten orgullosos. Por último, es una forma eficaz de fomentar un comportamiento positivo.
Sin embargo, para que el elogio sea eficaz, Faber y Mazlish dicen que primero hay que saber qué no hay que hacer al elogiar. Como aprendieron del psicólogo infantil Haim Ginott, el elogio es como una medicina emocional y debe administrarse con cuidado e intencionadamente. Cuando tus hijos te preguntan si su dibujo garabateado es "bueno", puedes responderles: "¡Sí, es genial!". Pero, según los autores, este tipo de elogio no suena auténtico a los niños, porque es demasiado vago y no demuestra que usted les presta atención y aprecia lo que han hecho.
Esto es lo que Faber y Mazlish recomiendan en su lugar.
Los autores recomiendan el elogio descriptivo, que** significa describir específicamente y con entusiasmo lo que...
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Faber y Mazlish subrayan que, además de los elogios, una segunda clave para comunicarse mejor con su hijo es demostrarle que comprende, acepta y empatiza con sus sentimientos. Los niños, incluso los bebés, quieren que los adultos comprendan cómo se sienten, sobre todo cuando se sienten infelices.
Pero, al igual que ocurre con los elogios, la forma de responder es importante. En primer lugar, he aquí lo que no debe hacer cuando su hijo exprese sentimientos fuertes, según los autores. No niegue los sentimientos del niño diciéndole algo como "Sólo estás cansado", "No odias realmente a tu hermano" o "¡No puedes tener hambre! Acabas de comer". No te limites a decirle: "No es para tanto. Cálmate" o "No estás actuando como si tuvieras tu edad".
Esto es lo que Faber y Mazlish recomiendan en su lugar.
En lugar de rechazarlos o minimizarlos, acepta y reconoce los sentimientos de tu hijo. Todos los sentimientos están bien, aunque no todos los comportamientos lo estén. Puede decirle: "Veo que estás enfadado porque tu hermana ha roto un lápiz de colores, "Estás enfadado con tu hermano" o "Sigues teniendo hambre, aunque acabas de comer". Hazte eco de los sentimientos de tu hijo: Por ejemplo, si tu hijo está decepcionado, expresa tu decepción con tu propia voz ....
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Un tercer pilar del enfoque de Faber y Mazlish es dar a tu hijo un nivel de autonomía adecuado a su desarrollo. Esto hará que se sienta con poder en la relación, creará una relación más fluida, de toma y daca, y hará que tu hijo coopere más.
Demostrar que empatizas con sus sentimientos, como se describe en la sección anterior, sienta las bases para la cooperación. A partir de ahí, Faber y Mazlish sugieren enfoques que despersonalizan el conflicto para que deje de ser una guerra entre tú y tu hijo y se convierta en un esfuerzo de cooperación.
Ganarse la cooperación de los niños es clave porque los padres tienen que impedir que sus hijos hagan muchas cosas -ponerse zapatos de Barbie en la nariz, montar al perro- y esto puede hacer que parezcas un enemigo. Cuando te enzarzas en una lucha de poder con tu hijo, nadie gana.
Faber y Mazlish recomiendan que no te centres en tu autoridad, sino en resolver el problema que necesita solución. Cuando te centras en las soluciones, tu hijo puede sugerirte enfoques creativos en los que no habías pensado. Al permitirle idear formas de abordar los problemas que se le plantean, también estás fomentando su autonomía.
**Por qué la autonomía es...
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Jerry McPheeUna cuarta clave para comunicarse con los hijos es replantearse los estereotipos que uno tiene, aunque sea inconscientemente, sobre ellos, y ayudarles a resistirse a las etiquetas que otros les imponen. La forma en que usted piensa de sus hijos se convierte en la forma en que ellos piensan de sí mismos. Una de las autoras describe cómo una enfermera etiquetó a su hijo recién nacido de "testarudo" porque no respiraba enseguida. La etiqueta se le quedó grabada, y le resultó difícil pensar en su hijo de otra manera. La idea de que era testarudo se convirtió en una profecía autocumplida.
Los estereotipos negativos y positivos perjudican a los niños
Cuando se estereotipa a los niños, ya sea negativa o positivamente, pueden acabar teniendo que negar algunos de sus sentimientos auténticos para encajar en ese papel estrecho. Los estereotipos negativos dificultan que los niños se comporten de forma diferente. Incluso los estereotipos positivos pueden tener efectos negativos, porque si a un niño se le llama, por ejemplo, "el más listo de la clase", puede sentirse menos propenso a asumir riesgos o a levantar la mano en clase para responder a una pregunta difícil; si se equivoca, podría arruinar su reputación de inteligencia.
Estos estereotipos pueden operar en el ámbito escolar, social e incluso...
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El último principio de Faber y Mazlish para comunicarse eficazmente es utilizar la comunicación como alternativa al castigo. Explican que el castigo es una distracción, porque en lugar de reflexionar sobre su comportamiento y cómo puede hacerlo mejor, un niño castigado se enfada y se molesta y quiere vengarse. Pero muchos padres no saben qué más hacer.
En primer lugar, Faber y Mazlish insisten en lo que no hay que hacer si un niño se porta mal, tenga la edad que tenga: No hagas nada que no tenga que ver con la infracción, como quitarle un juguete o mandarle a su cuarto. Un castigo de este tipo vuelve al niño desafiante y vengativo, y no le ayuda a entender cómo debe comportarse de otra manera en el futuro.
Por qué el castigo no funciona
Faber y Mazlish no definen explícitamente el castigo, pero dan ejemplos de castigos típicos: decirle a un niño que no puede comer una golosina, excluirle de una actividad familiar o hacerle quedarse en un rincón. Desde que se publicó Cómo hablar para que los niños escuchen y Cómo escuchar para que los niños hablen, se han realizado numerosas investigaciones que demuestran que este tipo de castigos (privar al niño de algo que desea, aislarlo de...
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Faber y Mazlish escriben en el epílogo del libro que, décadas después, sus consejos sobre comunicación y respeto son más pertinentes que nunca. En una época en la que los padres están ocupados y estresados, en la que es difícil conciliar la vida laboral y familiar, en la que las redes sociales fomentan la distracción y el acoso, y en la que los niños reciben teléfonos en cuarto de primaria, padres e hijos necesitan toda la ayuda posible para aprender a ser amables con los demás y consigo mismos.
Una de las últimas secciones del libro es una nota de 2012 de la hija de Adele Faber, Joanna, antigua profesora de primaria que continúa la labor de su madre.
(Shortform nota: Además de contribuir al libro de Faber y Mazlish How to Talk So Kids Can Learn at Home and in School, Joanna ha escrito dos libros recientes junto con Julie King: Cómo hablar para que los niños pequeños...
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En lugar de negar los sentimientos del niño, los autores recomiendan que los padres acepten cualquier emoción que exprese el niño y le ayuden a etiquetarla. Aquí tienes práctica para diagnosticar y responder a los sentimientos negativos.
Si su hijo le dice: "He tocado mal la flauta dulce en clase de música y todos me han mirado y se han reído. Odio a todos los de mi clase", ¿cómo se puede sentir? ¿Qué podrías decirle para reconocer ese sentimiento?
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