Publicado originalmente: 8 de septiembre de 2025
Última actualización: 20 de noviembre de 2025
¿Y si la economía que hemos construido no fuera la única opción? Robin Wall Kimmerer describe una alternativa a nuestro mundo regido por el mercado: la economía del regalo. En lugar de tratar todo como una mercancía para comprar y vender, las economías del regalo funcionan sobre la base de la reciprocidad, la gratitud y la abundancia compartida. La naturaleza ya funciona así.
Kimmerer sostiene que podemos cultivar economías del regalo junto a nuestro sistema actual mediante prácticas cotidianas como compartir y dejar que los recursos circulen en lugar de acumularse. Sigue leyendo para saber qué es una economía del regalo y cómo puedes empezar a participar en ella allí donde estés.
Índice
El statu quo: Economía de mercado
En su libro La baya de servicioKimmerer explica que la sociedad moderna funciona principalmente con una economía de mercado o basada en el dinero. En las economías de mercado, los recursos (como la tierra, la energía, los alimentos y el agua) se consideran bienes escasos de propiedad privada que se intercambian para obtener beneficios según las leyes de la oferta y la demanda. Según este modelo, la compensación es inmediata y quid pro quo (que significa "algo por algo"): se mide el valor de la transacción y se intercambia esa cantidad de dinero para recibir un bien o servicio.
| Los antiguos orígenes de la economía de mercado Los principios de la economía de mercado -propiedad privada, comercio con ánimo de lucro y mecanismos de precios- surgieron hace ya 4.000 años en Mesopotamia. Las sociedades mesopotámicas contaban con sofisticados sistemas de intercambio directo que utilizaban pesos estandarizados de plata, cebada y otros productos como moneda. Sin embargo, estas sociedades antiguas mantenían intercambios basados tanto en regalos como en el mercado: Los principios del mercado y las transacciones quid pro quo regían normalmente el comercio entre extraños o comunidades distantes, mientras que los intercambios más recíprocos, basados en las relaciones, funcionaban dentro de las familias y las comunidades locales. Entonces, ¿cómo pasaron las economías de mercado de ser un aspecto de la vida económica al sistema económico dominante? Los principios de mercado se formalizaron por primera vez en el Código de Hammurabi, un texto legal que gobernaba la antigua Babilonia. El Código transformó a las mujeres y a los niños en propiedad, devaluando las esferas asociadas al trabajo de la mujer (y a los principios de la economía del don) -gestión del hogar, cuidados y reciprocidad comunitaria-, ya que quedaban fuera del sistema formal de mercado. Con el tiempo, surgieron diversas filosofías para justificar y ampliar el intercambio basado en el mercado: El gobernante persa Ciro el Grande abogaba por una regulación mínima del mercado, el filósofo chino Mencio se oponía a que el gobierno fijara los precios y, más tarde, Adam Smith formalizó estas ideas en una teoría que sugería que el interés propio en los mercados aumenta de forma natural la prosperidad para todos. |
Según Kimmerer, las economías de mercado se rigen por la competencia entre individuos interesados en sí mismos, y la riqueza y el estatus vienen determinados por cuánto se acumula. Esto conlleva dos problemas importantes: En primer lugar, los ricos tienden al consumo excesivo, que agota los recursos de la Tierra. En segundo lugar, se prioriza la prosperidad individual sobre el bienestar colectivo, lo que erosiona el tejido social de las comunidades y debilita los lazos entre las personas.
| ¿Conduce la economía de mercado al egoísmo? Aunque Kimmerer afirma que los mercados se rigen por el interés propio, el economista Joel Sobel dice que eso no significa que las personas que viven en economías de mercado sean intrínsecamente egoístas. Según Sobel, los mercados pueden fomentar el comportamiento egoísta, pero no necesariamente porque cambien las preferencias subyacentes de las personas. En cambio, los mercados tienden a: - Crear presiones competitivas que recompensan el comportamiento egoísta. - Reducir la visibilidad de las consecuencias morales, lo que facilita que la gente actúe de forma egoísta sin sentir que está violando sus valores. - Difuminar la responsabilidad y debilitar la rendición de cuentas personal, ya que las decisiones suelen implicar a muchos actores. Así, en el mercado, incluso las personas que se preocupan de verdad por los demás parecerán actuar de forma egoísta, noporque sean egoístas por naturaleza, sino porque su única opción práctica es maximizar su propio beneficio. La investigación de Rebecca Solnit en Un paraíso construido en el infierno apoya este punto de vista. Documenta cómo, cuando las estructuras económicas formales se colapsan durante las catástrofes, la gente muestra generosidad y se dedica a la ayuda mutua en lugar de sumirse en un caos egoísta. Esto sugiere que las economías del regalo de Kimmerer no son fantasías utópicas, sino expresiones de impulsos profundamente humanos que a menudo se ven limitados, pero no borrados, por las estructuras económicas. |
Un modelo mejor: Economía del regalo
Según Kimmerer, la naturaleza presenta una alternativa mejor a las economías de mercado: las economías de regalo. Las economías de regalo son sistemas en los que los bienes y servicios circulan a través de una red de relaciones y no de transacciones directas. La compensación también funciona de forma diferente: Las economías de regalo funcionan sobre la base de la reciprocidad diferida y generalizada. Cuando se comparte un recurso, se hace con una actitud de regalo. No exiges un reembolso inmediato, sino que confías en que tu generosidad cree una comunidad resistente que te apoyará cuando lo necesites. La "compensación" que recibes en una economía de dones es tu pertenencia a una red de cuidados mutuos, más que una retribución directa.
En una economía del don, la riqueza se entiende como tener lo suficiente para compartir, y el estatus social viene determinado por la generosidad de cada uno con los demás y no por su acumulación de recursos para sí mismo. Como los que tienen abundancia comparten con los que tienen menos, las necesidades de todos están cubiertas.
(Nota breve: los principios de la economía del don se ajustan a la teoría de la ayuda mutua, según la cual las comunidades dan y reciben ayuda en función de las necesidades y no del intercambio inmediato. Peter Kropotkin, uno de los primeros defensores de la ayuda mutua, sostenía que la evolución favorece la cooperación frente a la competencia cuando las circunstancias lo permiten. Esto cuestiona la "tragedia de los comunes", la idea de que las personas que actúan en interés propio agotarán inevitablemente los recursos compartidos. La premio Nobel Elinor Ostrom también refutó este punto de vista, demostrando que las comunidades pueden gestionar los recursos compartidos sin recurrir a la privatización ni al control estatal. Lo que hace que estos sistemas funcionen es la reciprocidad: El énfasis en dar más que en acumular construye comunidades donde se satisfacen las necesidades de todos).
Economías del regalo en la naturaleza
Kimmerer utiliza el árbol de serviceberry para ilustrar cómo funcionan las economías de regalo en la naturaleza. El serbal produce abundantes frutos que alimentan a los pájaros, que dispersan las semillas. Al mismo tiempo, sus flores proporcionan néctar a los polinizadores que permiten la reproducción del árbol. Estos intercambios naturales no se basan en la escasez ni en la compensación inmediata, sino en relaciones mutuamente beneficiosas que sostienen todo el ecosistema, creando abundancia para todos los participantes.
(Nota breve: Al igual que los pájaros no son receptores pasivos de los regalos de la baya de servicio, sino participantes activos que dispersan las semillas y contribuyen al ecosistema, las comunidades indígenas llevan mucho tiempo practicando la reciprocidad activa en lugar de la aceptación pasiva de la generosidad de la naturaleza. Durante miles de años, los pueblos indígenas han utilizado la quema controlada, la recolección selectiva y el cultivo deliberado para mejorar la biodiversidad y la productividad. Como señala la etnobotánica Rosalyn LaPier, describir a los pueblos indígenas como receptores pasivos de los dones de la naturaleza pasa por alto su gestión ecológica. Reconocer esta configuración mutua de los entornos a través de relaciones recíprocas refuerza los argumentos a favor de economías basadas en la reciprocidad y el respeto).
Kimmerer también sostiene que estamos éticamente obligados a modelar las economías humanas según las economías de dones de la naturaleza. Utilizando la baya de servicio como ejemplo, argumenta que los recursos como los alimentos son regalos de seres vivos con agencia y propósito, en lugar de meras mercancías. Puesto que son regalos, debemos recibirlos con gratitud y respeto, es decir, no debemos limitarnos a extraer y consumir todo lo posible sin tener en cuenta las necesidades de otros seres y de las generaciones futuras. Esta perspectiva, explica Kimmerer, cambia fundamentalmente nuestra relación con el mundo natural: cuando reconocemos que los recursos son regalos y no mercancías, desarrollamos de forma natural restricciones éticas sobre cómo los utilizamos.
| Entender los recursos naturales como regalos La visión de Kimmerer de los recursos como regalos de seres vivos con capacidad de acción desafía la visión occidental de los recursos naturales como mercancías inertes que se extraen, y refleja muchas tradiciones de culturas indígenas de todo el mundo. Por ejemplo, en las tradiciones maoríes, las ballenas varadas se consideraban regalos de Tangaroa, el dios del mar. Cuando las ballenas encallaban, los maoríes las trataban con respeto ceremonial: les dedicaban saludos y oraciones, contaban con expertos espirituales que interpretaban los mensajes que pudiera transmitir la ballena, le daban un nombre a cada ballena para reconocer su individualidad y garantizaban una distribución equitativa de sus recursos entre toda la comunidad. Contrasta la perspectiva maorí de las ballenas encalladas con la de las sociedades occidentales. En lugar de ver estos recursos naturales como regalos y recibirlos con gratitud y respeto, las autoridades occidentales suelen tratarlos como un peligro medioambiental del que hay que deshacerse de forma eficiente. Es cierto que hay que deshacerse de los animales porque, si se dejan descomponer en la playa, pueden explotar y suponer un riesgo para la salud y la seguridad públicas. Pero los métodos tradicionales de eliminación -incluidosel enterramiento, la incineración y la eliminación en un vertedero- pueden ser un despilfarro. Algunos expertos abogan por devolver las ballenas varadas al mar porque, como describe Rebecca Griggs en "Whale Fall", sus cuerpos pueden sustentar a cientos de organismos de las profundidades marinas durante varias décadas mientras se descomponen lentamente. Este ciclo natural concuerda perfectamente con la idea indígena de que las ballenas son regalos, y los defensores de las economías de regalos podrían argumentar, como Kimmerer, que tenemos la responsabilidad ética de honrar este ciclo "devolviendo" las ballenas varadas al mar. |
¿Cómo podemos cultivar economías del regalo?
Kimmerer reconoce que es posible que el capitalismo de mercado no desaparezca pronto, pero podemos crear economías de dones paralelas que coexistan con él. Este enfoque nos permite construir relaciones económicas más sostenibles y éticas ahora, sin esperar a una revisión completa del sistema. Cultivando las economías del regalo en nuestro contexto actual, podemos mitigar los daños del capitalismo extractivo en el presente y sentar las bases para una transformación más fundamental en el futuro.
Kimmerer ofrece un ejemplo concreto de cómo pueden coexistir las economías de regalo y de mercado a través del ejemplo de la granja de su vecina. Su vecina deja que los miembros de la comunidad recojan moras de servicio gratuitamente, y esta generosidad crea múltiples formas de valor: Los miembros de la comunidad desarrollan una relación con la tierra, experimentan la alegría de la cosecha de primera mano y aprenden sobre un alimento autóctono que de otro modo nunca conocerían. Como disfrutan de estos beneficios, se interesan por la protección de las explotaciones locales y la seguridad alimentaria. También es posible que vuelvan a comprar otros productos, asistan a eventos o aboguen por políticas que apoyen la agricultura local, no sólo como consumidores, sino como miembros de la comunidad comprometidos con el bienestar de la explotación.
(Nota breve: la visión de Kimmerer conecta con el movimiento más amplio del "decrecimiento": En lugar de pedir el derrocamiento inmediato del capitalismo, los defensores del decrecimiento proponen crear sistemas económicos paralelos que puedan transformar gradualmente nuestra economía. Este enfoque reconoce que los sistemas profundamente arraigados no pueden cambiarse de la noche a la mañana, pero ofrece a las personas preocupadas por las crisis ecológicas formas significativas de responder, y de disfrutar de los beneficios de las economías regalo, como hacen quienes visitan la granja de arándanos de su vecina. Los críticos se preguntan si los modelos económicos alternativos pueden extenderse más allá de las pequeñas comunidades, pero Kimmerer sugiere que cambiar nuestras relaciones personales con los recursos y entre nosotros sienta las bases de un cambio más amplio).
Kimmerer explica que, para cultivar economías del regalo paralelas, necesitamos adoptar tres prácticas: gratitud, reciprocidad e interdependencia. También debemos hacer pequeños esfuerzos cotidianos para fomentar una cultura de la economía del regalo. Analicemos cada una de estas estrategias con más detalle.
Estrategia 1: Gratitud
La gratitud es la base de las economías del regalo. Kimmerer explica que, antes de poder corresponder , primero debemos reconocer los recursos que recibimos como regalos en lugar de derechos o mercancías. Esto significa ser conscientes de las innumerables formas en que los seres humanos y no humanos contribuyen a nuestro bienestar, por ejemplo, proporcionándonos agua limpia, suelo fértil y alimentos.
Cuando vemos estos recursos como regalos, desarrollamos un sentido de la responsabilidad que nos guía en su uso: somos menos propensos a malgastarlos o acapararlos, más proclives a compartirlos y más conscientes de utilizarlos de forma que honren sus orígenes. Este cambio, de tratar los recursos como meras mercancías a honrarlos como regalos, crea una relación fundamentalmente diferente con el mundo material.
(Nota breve: Reconocer algo como un regalo crea una relación ética entre el regalo y su destinatario. Las tradiciones indígenas de todo el mundo demuestran esta conexión entre gratitud y responsabilidad a través de su relación con el ocre rojo, un pigmento natural de óxido de hierro descrito como "la piedra ceremonial" de nuestra especie que se ha utilizado en rituales y arte en todos los continentes. Las comunidades aborígenes consideraban las minas de ocre rojo como lugares sagrados que requerían permiso antes de su extracción, no sólo de los propietarios humanos sino también de los espíritus del inframundo, lo que demuestra cómo la gratitud por un don crea un vínculo de responsabilidad que guía nuestras acciones tanto hacia los dones que hemos recibido como hacia la comunidad que los comparte).
Estrategia 2: Reciprocidad
Kimmerer sostiene que recibir regalos crea la obligación de devolverlos, no como una carga sino como una culminación natural del círculo de intercambio. Devolver no consiste en un reembolso inmediato al donante original, sino en mantener los sistemas que sustentan toda la vida. Esto requiere que consideremos nuestras relaciones tanto con las comunidades humanas como con los sistemas ecológicos y que tomemos decisiones conscientes sobre cómo les afectamos. Por ejemplo, retribuir puede consistir en participar en la restauración del medio ambiente, en prácticas económicas justas o en el servicio a la comunidad, actividades todas ellas que fortalecen los sistemas que nos sustentan en lugar de agotarlos.
(Nota breve: las relaciones documentadas entre córvidos (cuervos y cornejas) y seres humanos demuestran lo arraigada que puede estar la reciprocidad en el mundo natural. Se ha observado que los cuervos llevan "regalos" como piedras, ramitas, cuentas y llaves a los humanos que los alimentan regularmente. Los cuervos pueden recordar a sus compañeros de cooperación durante al menos un mes y prefieren relacionarse con seres humanos que les hayan tratado con justicia. Esta reciprocidad parece funcionar a través de una "coevolución cultural", en la que ambas especies han ajustado sus comportamientos en respuesta a la otra a lo largo del tiempo porque "sienten" la obligación mutua de mantener relaciones que sustentan la vida).
Estrategia 3: Interdependencia
Las economías de regalo prosperan gracias a la circulación más que a la acumulación. Kimmerer explica que la salud de cualquier sistema, ya sea ecológico o económico, depende del movimiento continuo de los recursos por toda la comunidad. Al igual que los nutrientes de un bosque deben circular entre las plantas, los animales y el suelo para mantener la salud del ecosistema, la riqueza de las comunidades humanas debe circular para evitar el estancamiento y garantizar la satisfacción de las necesidades de todos.
Prácticas como compartir, hacer trueques, regalar y reutilizar encarnan este principio de circulación. Al mantener los recursos en movimiento en lugar de acapararlos, creamos resiliencia y abundancia. Este enfoque reconoce nuestra interdependencia fundamental: que ninguno de nosotros puede prosperar realmente a menos que todos tengamos lo suficiente.
| El arte perdido de la circulación Antes de la llegada de los colonos europeos, las comunidades indígenas de América del Norte practicaban una economía basada en la circulación, en la que la tierra no se poseía sino que se administraba, y los recursos fluían continuamente a través de relaciones interdependientes. Las políticas agrarias coloniales desmantelaron deliberadamente esta circulación. La exigencia de la Compañía de Ohio de que los colonos plantaran manzanos para reclamar tierras convirtió la agricultura en una herramienta para transformar los recursos comunes en propiedad privada. John Chapman, el histórico "Johnny Appleseed", facilitó esta transformación estableciendo viveros antes de la expansión hacia el oeste, ayudando a convertir lo que antes era comunal en algo que se podía comprar, vender y acumular. Este cambio ejemplifica lo que Kimmerer identifica como el problema de fondo de las economías de mercado: Los recursos se estancan en lugar de fluir hacia donde se necesitan. Como observa el novelista Matt Bell al hablar de su reinterpretación de la historia de Johnny Appleseed, esta transformación sustituyó la gestión de los recursos basada en la circulación por un enfoque de la tierra y sus bondades en el que el ganador se lo lleva todo. Las consecuencias de este cambio continúan hoy en día, con lo que Bell llama "la prosperidad de unos pocos dependiente de la privación de muchos", lo contrario de la visión de Kimmerer de los recursos que circulan para crear un florecimiento mutuo. |
Estrategia 4: Esfuerzos cotidianos
Para cultivar más ampliamente una cultura de la economía del regalo, Kimmerer sugiere empezar con pequeñas pero significativas prácticas cotidianas. Cuando compartimos una comida casera con nuestros vecinos o dedicamos nuestro tiempo a proyectos comunitarios, no sólo estamos siendo amables, sino que estamos construyendo activamente relaciones económicas alternativas basadas en la generosidad y el cuidado mutuo. Estas pequeñas acciones, practicadas con constancia, ayudan a cambiar los valores culturales del individualismo y la acumulación por los de la comunidad y la reciprocidad.
(Nota breve: Mientras que el modelo de economía del regalo de Kimmerer hace hincapié en la ética personal y las relaciones individuales, un movimiento denominado "economía solidaria" sugiere que las economías alternativas deben enfrentarse directamente a las estructuras de poder y a la desigualdad sistémica. La economía solidaria asume que esfuerzos como los de crear economías alimentarias locales requieren enfrentarse a la lógica fundamental del capitalismo y movilizarse contra las estructuras que se resisten al cambio. Algunos economistas solidarios advierten de que los esfuerzos para crear un cambio pueden descarrilarse cuando se separan de la lucha política, sugiriendo que la verdadera transformación económica requiere tanto cambiar nuestros corazones como cambiar nuestros sistemas; ninguno de los dos por sí solo es suficiente).
Kimmerer también anima a apoyar estructuras más amplias que encarnen los principios de la economía del don. Instituciones públicas como las bibliotecas ejemplifican la economía del don en acción al proporcionar acceso a recursos compartidos en función de las necesidades y no de la capacidad de pago. Apoyando a estas instituciones -mediante la defensa, la participación y la inversión pública- reforzamos los aspectos de la economía del don de nuestra sociedad que ya existen junto a los sistemas de mercado. Con el tiempo, esto puede cambiar el equilibrio de nuestra economía hacia intercambios más sostenibles y equitativos.
| Preserving Through Sharing Kimmerer nos reta a reimaginar nuestras instituciones no como meros proveedores de servicios, sino como administradores de relaciones. Las bibliotecas públicas encarnan esta distinción cuando funcionan no sólo como depósitos de libros, sino como centros comunitarios donde el conocimiento circula a través de las relaciones. El contraste entre los bancos de semillas institucionales y las prácticas indígenas de conservación de semillas también ilustra perfectamente esta distinción. Los bancos de semillas convencionales, como la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en Noruega, dan prioridad a la conservación pasiva mediante un control centralizado: las semillas se extraen y congelan de forma aislada. Por el contrario, los conservadores de semillas indígenas ven la conservación como una práctica activa y relacional; las semillas no se encierran en bóvedas, sino que circulan a través de una red de cultivadores que mantienen relaciones tanto con las semillas como entre sí. Los críticos argumentan que los enfoques convencionales de conservación de semillas a menudo crean una mayor vulnerabilidad a través del aislamiento, como lo demuestra la "crisis de los bancos de semillas" de la década de 1980, cuando las colecciones crecieron demasiado como para ser mantenidas con eficacia. Mientras tanto, las redes comunitarias distribuidas -aparentemente más caóticas y menos seguras- suelen ser más resistentes precisamente porque se basan en las relaciones más que en el control. Se basan en lo que Eula Biss denomina el "acto radical" de la confianza: La red confía en que las comunidades cuiden y compartan las semillas de forma responsable en lugar de controlar los recursos "por su propio bien". |
Ejercicio: Mapea tu economía de regalos
Kimmerer nos invita a reconocer las economías de dones que ya operan en nuestras vidas y a ampliarlas intencionadamente. Este ejercicio te ayuda a mapear y ampliar tu red personal de economía de dones.
- Describe la economía de regalos en la que participas personalmente. ¿Quién te regala? ¿A quién le das? Incluye participantes humanos y no humanos (como plantas, animales o sistemas naturales que te proporcionan regalos).
- Reflexiona sobre el equilibrio en tu economía personal de regalos. ¿Hay áreas en las que principalmente recibes pero raramente devuelves? ¿Áreas en las que das mucho pero recibes poco a cambio? ¿Cómo podrías reforzar la reciprocidad en estas relaciones?
- Piense en cómo podría ampliar su economía de regalos. Piensa en los recursos de tu comunidad: ¿Qué abundancia natural o comunitaria existe que actualmente se esté infrautilizando o mercantilizando? (Algunos ejemplos podrían ser árboles frutales con fruta sin recoger, espacio de huerto sin utilizar o habilidades y conocimientos que podrían compartirse). ¿Cómo podrías poner en práctica los principios de la economía del don con tu comunidad local?
Más información sobre las economías de regalo
Para comprender mejor qué es y cómo funciona la economía del regalo, consulte nuestra guía sobre el libro de Kimmerer La baya de servicio.