¿Por qué algunas personas parecen inquebrantables en sus creencias, incluso cuando se enfrentan a pruebas contradictorias? La respuesta está en lo que se denomina pensamiento ideológico, un poderoso proceso cognitivo que va mucho más allá del simple hecho de tener opiniones. El neurocientífico Leor Zmigrod ha identificado los componentes clave que hacen que nuestro cerebro sea tan vulnerable a sistemas de creencias rígidos, desde el extremismo político al fundamentalismo religioso.
Siga leyendo para ver cómo la comprensión de estos patrones mentales puede ayudar a explicar por qué la ideología se siente tan natural y por qué algunas personas caen más profundamente en sus garras que otras.
Índice
Definición de pensamiento ideológico
Una ideología no es sólo un conjunto de ideas: Es un sistema de ideas que se incrusta profundamente en tu mente y en tu cuerpo, dictando tus percepciones, procesos de pensamiento y comportamientos. Empezaremos examinando cómo define Zmigrod el pensamiento ideológico y por qué nuestro cerebro es tan vulnerable a él.
Los 2 componentes del pensamiento ideológico
Zmigrod define el pensamiento ideológico como un enfoque cognitivo con dos características esenciales: Es a la vez doctrinal (rígido en su adhesión a un conjunto de creencias y resistente a actualizarlas con nuevas pruebas) y relacional (orientado favorablemente hacia un grupo interno, es decir, un grupo de personas que comparten los intereses o la identidad del pensador). Zmigrod explica que estos dos componentes aparecen de forma consistente en varias ideologías, tanto si nos fijamos en el extremismo político como en el fundamentalismo religioso.
(Nota breve: ¿Por qué no vemos las cosas objetivamente? Investigadores de dos campos distintos ofrecen explicaciones complementarias. Los neurocientíficos, como Zmigrod, descubren que nuestro cerebro está programado para filtrar la información a través de nuestras creencias y perspectivas. Nuestras vías neuronales no registran pasivamente la realidad: Dan forma a lo que percibimos. Mientras tanto, los sociólogos sugieren que nuestra comprensión sesgada del mundo proviene de nuestra naturaleza social: Creamos significados juntos a través del lenguaje y las experiencias compartidas, en lugar de descubrir verdades preexistentes. Ambas ideas indican por qué el pensamiento ideológico es tan natural: Necesitamos marcos para interpretar nuestro mundo. La cuestión no es si utilizamos esos marcos, sino con qué fuerza nos aferramos a ellos).
Pensamiento doctrinal
El componente doctrinal de la ideología se pone de manifiesto cuando la gente adopta un modo de pensar dogmático: el que asume que existe una única explicación verdadera -y una única solución- para los problemas del mundo. Zimgrod explica que las formas dogmáticas de pensar suelen trazar distinciones tajantes entre los que ven la "verdad" y los que no, y suelen categorizar el mundo en "el bien contra el mal" y "nosotros contra ellos".
(Nota breve: La certeza dogmática del pensamiento ideológico es una respuesta a la complejidad de nuestro mundo, que crea lo que los expertos llaman "entropía psicológica". En física, la entropía se refiere al desorden o la incertidumbre en un sistema. Así, la entropía psicológica se refiere al caos mental y la ansiedad que experimentamos cuando nos sentimos abrumados por el cambio, la incertidumbre y la sobrecarga de información. Nuestras mentes buscan naturalmente un respiro de este caos, y las ideologías nos proporcionan explicaciones claras que reducen el esfuerzo mental necesario para dar sentido a la incertidumbre. Pero lo que empieza como un atajo mental útil puede endurecerse y convertirse en lo que los investigadores denominan "inmovilismo funcional", en el que nos quedamos estancados en una forma de pensar aunque cambien las circunstancias).
Pensamiento relacional
Zmigrod explica que el componente relacional de la ideología se manifiesta cuando las personas adoptan marcadores de identidad manifiestos -enarbolando banderas, llevando símbolos y participando en rituales y otras prácticas sociales- que señalan su pertenencia y lealtad a un grupo ideológico. Estos marcadores crean sentimientos de conexión y pertenencia con los seguidores de la ideología y, al mismo tiempo, dejan claro quién no pertenece a ella. Piense en lo rápido que puede identificar la afiliación política de alguien por su ropa, las pegatinas de su coche o incluso el lenguaje que utiliza para hablar de las elecciones: Estos marcadores los identifican como parte del grupo que cree en un determinado conjunto de ideas y piensa de una manera específica sobre el mundo.
De los trajes de franela gris a los sombreros rojos La observación de Zmigrod de que los marcadores de identidad visibles comunican nuestras lealtades ideológicas pone de relieve un cambio en la forma en que los estadounidenses señalan la afiliación a un grupo. En la década de 1950, el epítome de la América corporativa era el "hombre del traje de franela gris", un uniforme tan omnipresente que llegó a representar la conformidad y el anonimato. El traje no revelaba nada sobre inclinaciones políticas o vínculos corporativos: Sólo significaba la pertenencia a la clase profesional y la participación en los rituales del trabajo de nueve a cinco. Las señas de identidad actuales tienen una finalidad distinta: Desde los hermanos de las finanzas enfundados en chalecos de vellón con la marca de la empresa hasta los asistentes a mítines que llevan gorras y camisetas con los nombres de los candidatos, los estadounidenses modernos anuncian sus afiliaciones. Este cambio en la marca personal parece coincidir con lo que el politólogo Robert Putnam observa como un signo de descomposición del capital social en Estados Unidos. En Bowling AlonePutnam explica que las comunidades sanas equilibran dos tipos de conexiones sociales: los "vínculos", que unen a personas con identidades similares, y los "puentes", que conectan a personas de orígenes diferentes. A medida que se debilitan los lazos de unión, se intensifican los de vinculación, lo que conduce a una identificación más fuerte con el grupo y a marcadores más visibles de pertenencia al grupo. Tomando como ejemplo el marcador de identidad política quizá más reconocible de nuestro tiempo, la gorra roja "Make America Great Again" (Hagamos a América grande otra vez), estos marcadores de pertenencia hacen poderosas declaraciones sobre a qué "nosotros" pertenecemos y contra qué "ellos" nos oponemos. |
Por qué nuestros cerebros adoran la ideología
Zmigrod explica que nuestros cerebros son naturalmente receptivos a los sistemas ideológicos porque satisfacen dos de nuestras necesidades cognitivas básicas:
- La necesidad de predicción: Los aspectos doctrinales de las ideologías ofrecen marcos explicativos que nos ayudan a comprender y predecir el mundo que nos rodea. Cuando tu vida parece caótica o el mundo te parece incierto, una ideología puede proporcionarte respuestas reconfortantes y certidumbre.
- La necesidad de conexión: Los aspectos relacionales de las ideologías nos conectan con grupos que comparten nuestra identidad, lo que satisface nuestro deseo de pertenencia. Estas comunidades nos dicen quiénes son "los nuestros" y nos dan una forma de entender quién está con nosotros y quién está contra nosotros.
Por qué la predicción y la conexión son necesarias para la supervivencia Nuestros cerebros no sólo quieren predicciones: Dependen de ellas. Hemos evolucionado para confiar más en la predicción que en la verdad por dos razones. En primer lugar, la predicción ayudó a nuestros antepasados a sobrevivir:era más seguro confundir un palo con una serpiente que viceversa. En segundo lugar, nuestra percepción va por detrás de la realidad: La información visual tarda hasta 15 segundos en procesarse, por lo que siempre estamos experimentando una versión ligeramente desfasada del mundo. Para compensar este retraso, nuestro cerebro predice lo que ocurre basándose en experiencias y expectativas anteriores. Esto nos hace propensos a distorsionar o incluso pasar por alto información sensorial sobre acontecimientos que suceden justo delante de nosotros porque no se ajusta a nuestras predicciones o a nuestra ideología. Del mismo modo, la investigación sugiere que nuestra necesidad de conexión social es tan crucial para la supervivencia como la comida, el agua y el refugio. El sentido de pertenencia (el sentimiento subjetivo de conexión con nuestros grupos sociales) es fundamental para nuestra salud mental y física. Cuando nuestros antepasados formaban grupos sociales, podían cazar animales más grandes, protegerse de los depredadores y compartir las responsabilidades de criar a los hijos. Estos beneficios para la supervivencia son tan poderosos que los humanos pueden haber desarrollado cerebros más grandes específicamente para gestionar la complejidad de las redes y relaciones sociales. Cuando no se satisface nuestra necesidad básica de pertenencia, nuestro cuerpo responde con sentimientos de soledad, que los investigadores consideran una señal de alarma biológica similar al hambre o la sed. |
La predicción y la conexión son necesidades humanas básicas que todos queremos satisfacer, lo que hace atractivo el pensamiento ideológico. Sin embargo, recurrir al pensamiento ideológico para satisfacer nuestras necesidades también puede llevar a nuestro cerebro a patrones de rigidez e intolerancia. Zmigrod explica que cuando se adopta una postura ideológica fuerte, el cerebro adopta patrones de dogmatismo y resistencia a las pruebas contradictorias. Todos somos susceptibles a esto: En lugar de ver el pensamiento ideológico como algo que se practica o no, Zmigrod lo ve como un espectro que va de lo moderado a lo extremo.
(Nota breve: la idea de Zmigrod de que la ideología conduce a patrones de pensamiento rígidos está respaldada por las investigaciones de otros científicos que demuestran que cuando las personas muestran un pensamiento rígido sobre ideas sociales y políticas, demuestran una rigidez similar en tareas puramente cognitivas. Esto sugiere que el dogmatismo ideológico no sólo tiene que ver con lo que uno cree, sino con la forma en que el cerebro procesa la información. Los prejuicios raciales ofrecen un claro ejemplo de esta conexión. Las investigaciones indican que el prejuicio simplifica el mundo de un modo que atrae a las personas con menor flexibilidad mental, porque implica generalizar en exceso los rasgos a grupos enteros y, por tanto, no tener que dar sentido a la tremenda variación dentro de cualquier categoría racial).
Zmigrod explica que la susceptibilidad ideológica de cada persona se sitúa en un espectro que va de baja a alta. Las personas situadas en el extremo inferior del espectro son receptivas a las pruebas que puedan contradecir sus creencias y tolerantes con quienes tienen opiniones diferentes. En el extremo del espectro, las personas se aferran firmemente a sus doctrinas y pueden parecer dispuestas a perjudicar a otros (o incluso a sacrificarse) por sus creencias.
Zmigrod sostiene que las diferencias inherentes a la forma en que nuestros cerebros procesan y responden a la información ideológica determinan en parte el lugar que ocupamos en este espectro. Esto ayuda a explicar por qué algunas personas parecen más vulnerables al extremismo ideológico que otras, algo que analizaremos en la siguiente sección.
(Nota breve: Otros investigadores coinciden con Zmigrod en que las personas muestran un pensamiento rígido e ideológico en distintos grados. Sin embargo, señalan que lo que parece un pensamiento rígido en algunos contextos, sobre todo en el caso de las personas neurodivergentes, puede representar diferentes estilos de procesamiento más que un pensamiento inflexible. Por ejemplo, la aparente rigidez en personas con autismo suele representar una respuesta adaptativa a percibir el mundo con mayores niveles de incertidumbre que los que experimentan las personas neurotípicas, en lugar de una menor tolerancia a la incertidumbre. Por tanto, una preferencia por la coherencia puede no ser una limitación cognitiva: a veces puede representar una estrategia racional para navegar por un mundo impredecible y un enfoque válido para procesar la información).
Más información sobre ideología
Para comprender mejor qué es el pensamiento ideológico en su contexto más amplio, consulte la guía de Shortform sobre El cerebro ideológico: La ciencia radical del pensamiento flexible de Leor Zmigrod.