Estoicismo y muerte: Cómo abrazar la mortalidad nos ayuda a vivir

Un hombre sentado y pensativo en un banco de un cementerio, visto desde atrás, ilustra el estoicismo y la muerte

La mayoría de la gente se pasa la vida huyendo de la idea de la muerte. Pero, ¿y si enfrentarnos a ella nos hiciera sentir más vivos?

Los antiguos estoicos tenían un enfoque de la mortalidad radicalmente distinto al nuestro. En lugar de la negación y el miedo, utilizaban la muerte como una herramienta para vivir con más sentido. Su enfoque contraintuitivo nos muestra cómo abrazar nuestra naturaleza finita puede conducir a una mayor apreciación, prioridades más claras y una existencia más vibrante. Siga leyendo para explorar los conceptos de Ryan Holiday, William B. Irvine y Marco Aurelio que muestran cómo la filosofía estoica de la muerte puede cambiar su forma de experimentar la vida.

La filosofía estoica de la muerte

En nuestro mundo moderno, hemos desarrollado una evitación casi patológica de la muerte. Como observa William B. Irvine en El desafío estoicosolemos esconderla bajo la alfombra o nos basamos en ideas ingenuas de la infancia sobre la muerte como algo que conduce a una vida feliz después de la muerte. En su libro El obstáculo es el caminoRyan Holiday señala que a menudo actuamos como si fuéramos invencibles y nos quedara mucho tiempo, centrando nuestra energía en objetivos triviales como ganar más dinero, conseguir un ascenso o comprar una casa más grande.

(Nota breve: Mirándolo desde la otra cara de la moneda, Irvine y Holiday podrían decir que todos damos la vida por sentada. Psicológicamente, dar algo por sentado significa asumir automáticamente que nunca lo perderemos. En otras palabras, se convierte más o menos en un hábito inconsciente seguir viviendo como si la vida nunca fuera a acabar, en lugar de una elección que hacemos conscientemente).

Pero los antiguos estoicos abordaban la mortalidad de un modo radicalmente distinto. En lugar de negar o temer la muerte, la aceptaron como un camino hacia una vida más significativa. Este enfoque contraintuitivo -utilizar la conciencia de la muerte para mejorar la vida- constituye una de las enseñanzas más poderosas y prácticas del estoicismo.

La comprensión estoica de la muerte comienza con un replanteamiento fundamental. Marco Aurelio nos recuerda en Meditaciones que incluso la mayor vida humana es insignificante; se desvanece como el humo en el viento. Esto no es pesimismo, sino perspectiva. Cuando consideramos que todos los grandes héroes y emperadores del pasado ya se han ido -desde hace mucho tiempo convertidos en otra cosa por la naturaleza y el tiempo- empezamos a ver la muerte no como una catástrofe, sino como parte del orden natural.

Para Marco Aurelio, la muerte representa la transformación y no la destrucción. Argumenta que, si la muerte causara daño a las partes del mundo, causaría daño al mundo mismo; sería como una máquina que hace rechinar sus engranajes. Puesto que el mundo sigue funcionando sin problemas, la muerte no debe ser perjudicial. Además, razona, los dioses no habrían creado un mundo tan bello para luego pasar por alto el hecho de que las personas -incluso aquellas a las que los dioses más aman- desaparecerían para siempre con la muerte.

Esta base filosófica conduce a una idea crucial: la muerte es un proceso natural y necesario, y no hay razón para que una persona racional le tenga miedo. Como explica Marco Aurelio, los dioses nos han dado la inteligencia, las habilidades y las herramientas que necesitamos para evitar el daño; por tanto, si la muerte fuera dañina, nos habrían dado una forma de evitarla.

Técnicas estoicas para contemplar la muerte 

Comprender la muerte desde el punto de vista filosófico es una cosa; desarrollar una relación práctica con la mortalidad es otra. Los tres autores ofrecen técnicas específicas para la contemplación de la muerte.

Irvine explica que los estoicos practicaban activamente el reconocimiento de la mortalidad humana para apreciar mejor su vida en el presente. Irvine describe dos técnicas especialmente poderosas que utilizan el efecto de anclaje,un fenómeno psicológico en el que la imprimación de un punto de referencia ayuda a ver algo bajo una nueva luz:

  • Date cuenta de que ésta podría ser la última vez que haces algo, ya seacocinar, abrazar a un amigo o sentarte a trabajar .
  • Piense que, algún día en el futuro, probablemente deseará volver a este momento presente. Para una versión vieja y debilitada de ti mismo, tu vida actual podría parecer el país de las maravillas.

Holiday aboga por la meditación regular sobre la muerte, argumentando que uno debe dedicar tiempo a meditar sobre la muerte y ser consciente de su mortalidad; hacerlo mejorará su vida. Destaca el poder transformador de enfrentarse a la muerte y cita el ejemplo de Michel de Montaigne. En 1560, fue arrojado de un caballo y estuvo a punto de morir. Esta experiencia eliminó su miedo a la muerte, le llenó de energía y le despertó una insaciable curiosidad por la mortalidad.

Marco Aurelio ofrece enfoques más analíticos. Cuando te invade el miedo a la muerte, sugiere que examines qué es lo que realmente temes perder: ¿Tengo miedo porque ya no podré hacer esto? Si lo examinas repetidamente, te darás cuenta de que no hay nada que temer. También recomienda tener preparada la filosofía como un médico tiene preparados sus instrumentos en caso de emergencia: utilizando el análisis filosófico para comprender y responder a los pensamientos sobre la muerte.

Formas alternativas de apreciar tu vida

Si prefieres algo menos macabro, prueba a practicar la gratitud con regularidad. La investigación contemporánea ha relacionado la práctica de la gratitud con un aumento general del bienestar, y una amplia variedad de prácticas de gratitud resultan prometedoras. Aunque tal vez no quieras sentirte agradecido porque algún día fallecerás, puedes conseguir un resultado similar al de las otras técnicas haciendo una pausa diaria para apreciar lo vivo que estás, aquí y ahora.

Si te gusta lo macabro, puedes probar la meditación budista del cementerio, que tradicionalmente consiste en meditar en un entorno como un cementerio, donde la realidad de la muerte se hace concreta. Se trata de romper el hábito de aferrarse a la esperanza existencial (esperanza de salvación) y enfrentarse a la naturaleza de la vida como algo que conduce inevitablemente a la muerte. Esto puede ayudarte a ver la vida como realmente es -repleta de adversidades y dificultades, como dice Irvine- y, por tanto, a vivir más plenamente el ahora).

Cómo la conciencia de la muerte transforma la vida

La notable paradoja de la contemplación estoica de la muerte es que pensar en morir nos hace estar más vivos. Como señala Irvine, saber profundamente que un día morirás puede llevarte a vivir más plenamente tu vida actual.

Holiday sostiene que la conciencia de que nuestros días están contados crea una sensación de urgencia y relativiza nuestras preocupaciones cotidianas. En lugar de deprimirnos, esta conciencia puede ser energizante y motivadora. Cada día se convierte en un regalo. Cuando se es consciente de la mortalidad, se piensa de forma diferente sobre lo que importa.

Marco Aurelio se centra en cómo la conciencia de la muerte nos ayuda a dar prioridad al momento presente. Nos recuerda que todo lo que una persona tiene es el momento presente, y que ese momento es todo lo que se pierde con la muerte. Tanto si vives 50 años como si vives 5.000, la vida es lo mismo: un conjunto de momentos que se desvanecen una vez que han pasado.

Este cambio de perspectiva tiene implicaciones prácticas. Como señala Holiday, cuando uno tiene la sensación de que tiene una fecha límite, hace lo que tiene que hacer. Marco Aurelio está de acuerdo en que, en cada momento, debes decidir hacer lo que es mejor para ti, mientras puedas.

Quizá lo más importante sea que Holiday sugiere que aprender a obtener valor de la mortalidad te prepara para todos los retos de la vida; puedes hacer lo mismo con cualquier otro obstáculo.

Afrontar el momento final

Los estoicos no sólo teorizaban sobre la muerte, sino que se preparaban para ella como la prueba definitiva de su filosofía. El ejemplo de Holiday sobre Montaigne muestra cómo un roce con la muerte puede convertirse en una fuente de sabiduría y propósito para toda la vida. Tras su accidente, Montaigne pasó el resto de su vida reflexionando, estudiando y escribiendo sobre el día en que estuvo a punto de morir.

Marco Aurelio ofrece una de las más bellas metáforas para acercarse a la muerte con gracia. Compara la vida con el teatro: Como el telón que baja al final de una obra, la muerte nos llegará a cada uno de nosotros. Los actores no pueden elegir la duración de una obra; el dramaturgo tomó esa decisión mucho antes de que ellos pisaran el escenario. La clave está en retirarse con elegancia; al igual que un actor se inclina y abandona el escenario a su hora, abandona este mundo con humildad y gracia, la misma gracia que has recibido a lo largo de tu vida.

Para Irvine, la muerte representa la prueba estoica final, laúltima oportunidad para demostrar que realmente has interiorizado los principios estoicos. Todas las prácticas diarias de reconocimiento de la mortalidad te preparan para este momento en el que la filosofía se encuentra con la realidad.

Marco Aurelio nos recuerda que, llegado el momento, la filosofía te permitirá afrontar la muerte con alegría. Morir es una situación más que debes analizar con filosofía y responder en consecuencia.

La paradoja transformadora

El enfoque estoico de la muerte revela una profunda paradoja: al aceptar la realidad de la mortalidad, nos volvemos más plenamente vivos. Al contemplar el final de nuestra existencia, descubrimos lo que le da sentido. Preparándonos para la muerte, aprendemos a vivir.

Como demuestran estos tres autores -la perspicacia psicológica de Irvine, la sabiduría motivacional de Holiday y la profundidad filosófica de Marco Aurelio-, el camino estoico no promete eliminar el misterio de la muerte. En cambio, ofrece algo más valioso: una forma de utilizar ese misterio como fuente de claridad, propósito y vitalidad en la vida que tenemos ahora mismo.

En una cultura que niega la muerte, los estoicos nos ofrecen permiso para abrazarla, no como un final al que temer, sino como un maestro que puede mostrarnos cómo vivir con mayor intención, aprecio y gracia. La lección final es sencilla: memento mori: recuerda que morirás. Y, al recordarlo, descubre lo que realmente significa estar vivo.

Para saber más sobre el estoicismo en general, eche un vistazo a las guías de Shortform sobre los libros mencionados anteriormente:

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